Audiometría como ayuda en el diagnóstico del Trastorno del Espectro Autista

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Cuando se habla del Trastorno del Espectro Autista (TEA), lo primero que viene a la mente es una persona que se balancea, tiene la mirada perdida en su propio mundo, es incapaz de relacionarse y llevar una vida “normal”. Sin embargo, esta condición es más diversa y compleja de lo que comúnmente se sabe, por lo que encontramos pacientes que pasan desapercibidos o son valorados dentro de los parámetros de desarrollo normales, con la excepción común de un problema en la adquisición del lenguaje. 

Todos los niños son diferentes, y se desarrollan de acuerdo con las características de su entorno, sin embargo al pasar de los tres años se habla de un retraso en el habla y el lenguaje que, entre otras causas, podría estar relacionado con un problema auditivo que le impida entender, imitar y usar el lenguaje.

Al hacer una búsqueda sencilla en Google sobre las causas por las que un niño no habla, el Trastorno del Espectro Autista es una de las que causa mayor preocupación. Y si es tu caso, o el pediatra tiene sospechas de que tu hijo o hija tiene un problema de desarrollo, lo más importante es llevar al pequeño con una serie de especialistas para realizar el diagnóstico y brindar el tratamiento para ayudarle a comunicarse.

¿Por qué hacer una audiometría a niños con TEA?

Un equipo de investigadores ha identificado una deficiencia en el oído interno de los niños con TEA, la cual puede afectar su capacidad para reconocer el lenguaje. Por ello, la audiometría es uno de los estudios iniciales en el diagnóstico, tanto del TEA como del retraso en el habla o lenguaje.

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Se trata de un estudio simple, seguro y no invasivo que permite detectar el déficit auditivo relacionado con los problemas del lenguaje, y ayuda a los especialistas a intervenir de forma oportuna para lograr resultados óptimos.

Muchos de los signos del TEA son visibles antes de los dos años de edad, sin embargo la mayoría de los niños son diagnosticados hasta después de los cuatro años (ya que se encuentran en la etapa escolar o preescolar), lo que implica un retraso en el inicio de las terapias.

Uno de los signos perceptibles a una edad temprana son los trastornos auditivos: bebés que no giran la cabeza para encontrar una fuente sonora, que no despiertan aunque haya mucho ruido, o que no responden cuando se les llama por su nombre, entre otros que pueden ser detectados con una audiometría, prueba de bajo costo y que no requiere que se responda verbalmente, por lo que puede adaptarse para examinar a niños pequeños y bebés. 

De acuerdo con investigaciones realizadas en pacientes con TEA, con edades entre 6 y 17 años, se encontró que tenían dificultad para escuchar en una frecuencia específica (1-2 kHz) que es de gran importancia en el desarrollo del habla y el lenguaje; asimismo, encontraron una correlación entre el grado de deterioro coclear y la gravedad de los síntomas del TEA.

La detección temprana del TEA ayuda a tener un diagnóstico, prevenir los riesgos, ayudar al desarrollo del pequeño y corregir la deficiencia con el uso de aparatos auditivos que incrementen la gama de sonidos que su oído pueda procesar.

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