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Uno de los sentidos más preciados, sin duda, es la audición. A la mayoría de las personas nos gusta disfrutar de nuestra música favorita a todo volumen, mientras hacemos nuestras labores cotidianas. Sin embargo, muchas veces no somos conscientes del peligro que acecha a nuestros oídos hasta que sentimos las consecuencias.
Hoy quiero contarte sobre un problema que, si bien parece invisible, puede tener un impacto muy profundo en tu calidad de vida: el trauma acústico.
¿Qué es el trauma acústico?
El oído es un órgano sensorial complejo cuya misión es detectar los sonidos del ambiente, pero así como los ojos se cansan cuando hay una luz muy brillante, tus oídos también se cansan cuando se exponen a ruidos muy fuertes o prolongados.
El trauma acústico ocurre cuando el oído se expone a un ruido extremo, o que dura mucho tiempo. Por ejemplo, al ir a un concierto de rock, o cuando alguien grita muy cerca de tu oído, o al escuchar el trueno de fuegos artificiales. Esto se debe a que la intensidad del ruido supera la capacidad de procesamiento y resistencia de tus oídos.
Esa intensidad del ruido no solo genera incomodidad: ese eco o zumbido que escuchas después de un concierto es una lesión en el oído interno, que puede tener como consecuencia la pérdida de la audición.
Tipos de trauma acústico
Existen dos formas en las que puede presentarse el trauma acústico:
Trauma acústico agudo
Este tipo de trauma acústico sucede de forma inesperada por un ruido muy intenso y repentino, que puede darse en un solo evento. Por ejemplo, el ruido de un trueno que cae muy cerca de tu casa, la explosión de un tanque de gas o de un petardo.
Como dato curioso: el oído humano no está diseñado para tolerar ruidos de más de 80 dB. Ningún sonido de la naturaleza se emite por encima de ese umbral, con excepciones como la explosión de un volcán o de un trueno.
Trauma acústico crónico
Lamentablemente, este es el trauma acústico más común. De hecho es el primer lugar de enfermedades ocupacionales. Consiste en la exposición repetitiva y prolongada a ruidos intensos, provenientes de taladros, martillos, vibraciones de maquinaria industrial, el motor de un tractor, entre otros relacionados con el trabajo.
Esta exposición va dañando las estructuras internas del oído de forma constante y, lamentablemente, irreversible.
El trauma crónico no solo viene de actividades profesionales, también puede ser causado por escuchar tu música a un volumen muy alto, el uso excesivo de audífonos, jugar con fuegos artificiales, disparar armas de fuego o montar en motocicletas.
¿Qué parte de tu audición se daña más?
Estos ruidos provocan daño en una frecuencia sonora específica de alrededor de 4,000 Hertz (Hz), que es donde la señal de ruidos fuertes entra con más fuerza a la parte interna de tu oído, la cóclea, que es donde están las células receptoras de las ondas sonoras.
A este se le conoce como escotoma en 4,000 Hz, y cuando se realiza un examen de audición o audiometría, es muy común observar un descenso en la capacidad para escuchar justo en esa frecuencia. Esta es una señal clara de que ha habido un trauma acústico, pero si la exposición es más alta, el daño podría extenderse a otras frecuencias.
¿Hay algo que hacer si ya hay daño? Tratamiento para el trauma acústico
Lamentablemente, las opciones de tratamiento para lesiones del oído son limitadas, ya que los daños en las estructuras internas son irreversibles. En los casos de trauma acústico agudo, por ruidos fuertes y repentinos, se pueden prescribir corticoides en dosis elevadas en las horas siguientes a la exposición al ruido. Eso sí, recuerda que no debes automedicarte.
En la mayoría de los casos de trauma acústico, los oídos se recuperan un poco después de la exposición. Este punto es clave en las personas que se exponen a ruidos intensos todos los días, ya que no dan el tiempo suficiente para que las estructuras internas del oído sanen.
Después de un tiempo, es común experimentar acúfenos o zumbidos en el oído, no escuchar bien en ambientes ruidosos o no comprender bien lo que se habla en una conversación. Esta es consecuencia del daño en las fibras del nervio auditivo (que llevan la información de los sonidos al cerebro) y hace más difícil el tratamiento.
El uso de aparatos auditivos es el tratamiento más recomendado para recuperar la audición cuando ya hay daño. Sin embargo, su éxito radica en dos pilares clave: la realización de pruebas auditivas como la audiometría para adaptar el aparato a tus necesidades, y la reeducación auditiva para que te adaptes a una nueva vida en la que necesitas paciencia y constancia.
Mirando al futuro y la importancia de la prevención
En años recientes se han realizado muchas investigaciones desde la medicina regenerativa sobre la forma en que las células del oído mueren y se regeneran. Esto da esperanza a que existan nuevos tratamientos para la hipoacusia a futuro.
Hoy por hoy, la prevención es el método más seguro para evitar el trauma acústico. Aquí la prevención toma dos aristas: prevenir los ruidos desde casa, que es hacerse más consciente de los daños que provoca el ruido y evitar conductas como escuchar música a todo volumen en los audífonos.
La otra arista es en el área laboral, donde el uso de protectores auditivos es necesario para evitar el daño. Tan importante es el uso de casco para un constructor, o de gafas para un soldador, como el de tapones para los oídos para un trabajador industrial.
Recuerda que solo la prevención puede reducir el riesgo de pérdida de audición por ruido, pero este cuidado también puede retrasar el envejecimiento natural de tus oídos.
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Mónica López Negrete de Regíl estudió la licenciatura en Educación Especial en la Universidad de las Américas, A.C. Cuenta con diplomado en Neurodesarrollo por la misma casa de estudios, así como con formación en estudios audiológicos, adaptación de auxiliares y rastreos auditivos.
Número de cédula profesional 1502266.