Besos que ensordecen

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Como todos sabemos, es muy común demostrar afecto a nuestra pareja a través de un beso, sin embargo, es mejor que tengamos buena puntería pues, aunque un cariñito en la oreja puede ser muy tierno, tronar los labios muy cerca de él podría dañarlo irreparablemente.

Y es que un inofensivo beso se convierte en algo verdaderamente riesgoso si se da con demasiada efusividad al exterior del aparato auditivo, pues la succión generada con este movimiento tira bruscamente del tímpano e incluso podría provocar que el resto de los huesos diminutos que componen este sentido –martillo, yunque y estribo— se desplacen, alterando el oído interno gravemente generando diversos trastornos.

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¿Qué afecciones puede causar un beso en la oreja?

Expertos en audiología afirman que tras un trauma derivado de un beso en el oído se pueden presentar diversos malestares dependiendo el daño causado, los cuales pueden repararse por si solos si el sonido no fue muy fuerte o requerir de tratamiento médico.

Entre los padecimientos más usuales derivados de un beso se encuentran la hipoacusia y la presencia de acúfenos o tinnitus, es decir, la disminución de la audición o la presencia de sonidos agudos parecidos a un pitido.

En este último caso, los pacientes pueden experimentar desde sonido leves hasta otros de mayor intensidad que interfieren significativamente con sus actividades cotidianas. Esto se origina debido a una disfunción en la cóclea, que es una de las estructuras principales del oído interno –en forma de caracol— que ayuda a transformar los estímulos acústicos en ondas eléctricas para que puedan ser procesadas neuronalmente y, así, percibamos el sonido.

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¿Qué hacer si presento alguna de las molestias anteriores?

Como con toda enfermedad, lo mejor es la prevención, por lo que es recomendable no exponerse por largos periodos de tiempo a ruidos muy intensos, utilizar los audífonos con moderación, evitar sonarse la nariz demasiado fuerte y, por supuesto, huir de esos besos en la oreja que podrían dejarte un acúfeno de por vida o hacer que pierdas la audición en cierto grado.

No obstante, si ya padeces de algún trastorno, lo primero que debes hacer es acudir con un otorrinolaringólogo para que pueda diagnosticar acertadamente el mal que te aqueja.

Aunado a ello, existen especialistas en exámenes audiológicos que podrán recomendarte el uso de aparatos para mejorar tu nivel de percepción sonora.

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